miércoles, 3 de diciembre de 2014

"UN DIA EN EL NEOLITICO"



Me levanté al amanecer cuando entraba el primer rayo de sol por los agujeros de mi choza. Me eché sobre los hombros la piel de una cabra y me fui a cuidar los animales, con el trigo y las plantas que tenía almacenadas en otra choza, las fui recogiendo algún día antes con una hoz de sílex, que tenía un gran filo cortante y el mango de madera.

Con el trigo que tenía almacenado y se encontraba en buenas condiciones hacíamos harina que la molíamos en un molino de granito hasta que quedaba muy liso.

Después de dar de comer a los animales, me fui con mis hijos al río a bañarnos y, de vuelta a la choza, recogimos agua en las vasijas de cerámica y así, de esta manera la podíamos utilizar para beber o cocinar.

A media mañana llevaba las cabras del prado a la choza para ordeñarlas y con esa leche al día siguiente, iba a otras aldeas para cambiarla por otros productos que no tenia, y así, día a día, realizábamos el trueque. También utilizábamos la lana de las cabras para que mi mujer en el telar hiciese mantas y otro tipo de ropas.

Siempre que salía al campo me gustaba llevarme el arco con unas flechas, por si veía algún animal que pudiera cazar, y así de esta manera poder alimentarnos toda la aldea, cocinando la carne en una hoguera.

Varios miembros de la tribu cayeron enfermos, porque habían recogido una planta venenosa. Les llevaron al curandero que les dijo que la única solución de salvarles la vida al enfermo, era cortarles con un hacha de sílex la parte que había sido afectada al tocar la planta. Algunos aceptaron que les cortasen la mano pero el más anciano no lo hizo, y al día siguiente murió.

A este anciano le enterraron con sus pertenencias en la necrópolis de la aldea.

LORENZO MARTIN SANZ

1º ESO

No hay comentarios:

Publicar un comentario